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Internet de las cosas, ¡mi nevera es inteligente!

En un plazo de tiempo relativamente corto, la sociedad se ha embarcado en una especie de adicción por el mundo digital. Hoy en día podemos ver cómo la tecnología de Internet se ha ido integrando en las cosas con las que interactuamos las personas en nuestro día a día, es por ello que cada vez es más frecuente encontrar hogares en donde sus neveras tienen un monitor que les puede indicar la cantidad de alimentos que quedan, su fecha de caducidad o incluso consultar el pronóstico del tiempo, esta nevera inteligente además puede estar conectada con otros dispositivos del hogar, permitiendo que haya comunicación entre ellos, lo cual genera un gran volumen de datos. Esta nueva tecnología, que parece traída de un futuro lejano, es lo que se conoce hoy en día como Internet de las cosas, IoT por sus siglas en inglés.

IoT quiere decir que prácticamente cualquier cosa a la que se le pueda instalar algún tipo de micro tecnología, como un sensor, puede servir como un nodo que recoge, almacena y transmite información. Esto significa que incluso una boya en el medio del mar, un contenedor de mercancía dentro de un buque de carga, el pasaporte o los zapatos de correr pueden servir como fuentes de recolección, almacenamiento e intercambio de información. Esta nueva situación genera un gran interés en los investigadores forenses digitales, ya que todos estos objetos se convierten en una fuente potencial de evidencias.

Los críticos de la industria sostienen que el IoT puede seguir creciendo hacia una escala mucho mayor y que puede impactar aún más en la vida de las personas, por ejemplo, podremos llegar a ver, en un futuro muy cercano, una nevera que envía un correo electrónico cuando te quedas sin un producto determinado. Un ejemplo más relevante es que en el Reino Unido se están utilizando sensores oceánicos y satélites que recopilan información y se comunican entre sí para ofrecer advertencias ante posibles inundaciones y además dar respuestas rápidas y automatizadas.

En el caso de los sensores de Reino Unido, si este sistema de alerta llegase a fallar, habría que responder por qué ha ocurrido el fallo, cuándo ocurrió y por qué. Un investigador forense digital podría dar respuestas a estas preguntas, simplemente es cuestión de tiempo para que los investigadores puedan examinar la comunicación entre estos dispositivos y puedan utilizar esta información como evidencia digital.

Los datos que «las cosas» nos pueden dar son, por su esencia, datos no estructurados. Cada vez hay un mayor número de dispositivos físicos que se están convirtiendo en red, sin diseño o estructura formal, por lo tanto se va a necesitar tener una gran capacidad de para dar sentido a todo.

Una boya con un sensor puede lanzar alertas y salvar miles de vida en caso de inundaciones. Foto: Ranya
Una boya con un sensor puede lanzar alertas y salvar miles de vida en caso de inundaciones. Foto: Ranya

Internet de las cosas, introducirá más dispositivos y  más datos por lo que se necesitará hacer mayor cantidad de pruebas para los diferentes casos, lo cual implica que los investigadores deberán estar preparados para aceptar y comprender datos digitales procedentes de fuentes diversas y que hasta ahora son desconocidas.

Los flujos de trabajo y los procesos que se han desarrollado para hacer frente a los grandes volúmenes de datos podrán ser aplicados para el IoT. Por ejemplo, será necesario reducir la escala de investigación basado en el contenido de las evidencias para determinar las fuentes más relevantes.

El Internet de las Cosas, plantea grandes retos en la búsqueda de mejores enfoques para las investigaciones, pero, ¿realmente hemos pensado en todo?.

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